Primera parte
ECRINS, Dome de Neige, 4015 mts
Pincha en las fotos si quieres verlas más grandes.
Verano, vacaciones, tiempo libre… Alpessssss.
El Pelvoux, una mole de 3943 mts de altitud, envuelta en un paisaje fantasmagórico de mar de nubes por abajo y nubes en fuga por arriba. La foto la hice con un trípode muy ligerito que llevaba encima y una exposición larga, aunque no os lo creais son las 3 y pico de la madrugada.
Tras las fotos comenzamos la jornada ascendiendo hacia el refugio de los Ecrins, a 3175 mts, por un sendero que solo intuimos por los hitos y la huella abierta por los que nos preceden.
Continúa nevando mientras nos aproximamos al Glaciar Blanco. En él se localiza el refugio de Ecrins y las 2 cumbres más importantes de la zona: el Dome de Neige (4015 mts) y la Barre de Ecrins (4101 mts).
Llegamos al glaciar al alba y toca encordarse.
Las primeras luces dejan ver el terreno en el que nos estamos moviendo, picos nevados y grietas.
Estamos cerca del refugio y como todavia es temprano decidimos aprovechar el día remontando la ladera glaciar para coronar alguna de las cumbres que la dominan.
Ganamos altura aproximándonos al collado que nos dará acceso a la cumbre que queremos alcanzar. La huella que abrimos es cada vez más profunda.
Ganar altura conlleva mejores vistas aunque llega un momento en que la cantidad de nieve acumulada y la inclinación de la pendiente nos da muy mal rollito por aquello de los aludes asi que decidimos no complicarnos la vida y bajarnos hacia el refugio de Ecrins.
Ya en el glaciar caminamos un rato en dirección a la Barra. Es impresionante, parece una fábrica que escupe nubes sin cesar. Nos explican que este fenómeno tan curioso es debido al viento Foehn.
Y para disfrutar del paisaje, que a eso hemos venido.
De vuelta al refugio subimos al dormitorio a descansar un rato. Una habitación con vistas…
Se acerca el atardecer, la fabrica de nubes ha parado y las luces cambian, tiempo para la fotografia de postal. Las vistas desde el refugio son guapas guapas.
19 PM. Hora de cenar. Después habrá un rato de charla para planear la actividad de mañana y a la cama. El guarda del refugio, en francés por supuesto, nos avisa a todos de que las condiciones para mañana son un poco malas. Subir a la Barra totalmente descartado porque hay mucho peligro, no me entero muy bien si es por aludes o por viento. Lo que queda claro es que A LA BARRA NI DE COÑA. Solo recomienda la opción de intentar el Dome. Asi que mañana todo el refugio en pleno tiramos para el Dome.
3 AM. A desayunar y al tema. Esta vez no hay tiempo para fotos, tenemos una ventanita de buen tiempo sin viento y no sabemos cuanto durará. Remontamos el glaciar y con esta oscuridad lo mejor que se puede fotografiar es ésto:
Los que vienen por detrás…
Las nubes comienzan a cubrirlo todo, parece que la fábrica de nubes comienza el turno de trabajo.
Buenas noticias: estamos cerca del collado, nos quedan 200 mts de desnivel más o menos y la cuesta comienza a suavizarse. Las malas noticias: las cordadas que van justo delante nuestro comienzan a darse la vuelta. «¿qué pasa?» pregunto a un guia italiano que baja. «Molto pericoloso» «posible alud, placa» «Molto pericoloso». Jooooderrrr, si estamos casi. Más gente que baja nos dice que un poco más arriba están abriendo huella con nieve por la cintura y que así y con el peligro de alud no vale la pena seguir. Así que… a ver si lo adivinais… pues eso, to tiesos pabajo.
Y a disfrutar de las vistas que nos hemos perdido durante la ascensión nocturna.
Roche Faurio, 3730 mts. Una ladera glaciar con grietas y final mixto de cresta de roca.
Acaba el glaciar. Para que os situeis, enfrente, tapadas por las nubes está la Barra y el Dome.
Avaricia…
Más avaricia…
Más y más avaricia… La cumbre está donde mi compa de verde. Como el único que sacó la cámara fuí yo pues esto es lo que hay. No foto de cumbre en la cumbre je je.
Ya en el glaciar decidimos atravesarlo y descender al refugio del primer dia y desde ahí seguir al coche para volver a Chamonix, a ver si allí la meteo nos da otra oportunidad porque aquí ya no hay más que hacer. Un laaargo descenso (ya no sé ni las horas que llevamos pateando) de cienes y cienes de metros de desnivel con una paradita para comer y otra paradita para una cocacola en el refugio del Glacier Blanc. De propina nos llevamos en la memoria el trueno ensordecedor de lo que deducimos es un serac que se ha ido a tomar por… afortunadamente bien lejos de nosotros. Lo cual nos recuerda a todos que a estos sitios viene uno a disfrutar, a pasarlo bien, liberar estrés… etecé etecé, pero que esto no es la feria.
El Glacier Blanc. Ahora vemos de día lo que cruzamos el día anterior de noche.
Se acabó el glaciar. El sendero nevado de anteanoche ya no está nevado. Curioso como cambia el paisaje en unas horas. Enfrente, parcialmente cubierto por las nubes, el Pelvoux de la foto nocturna del principio del post.
Foto de grupo en el refugio de Glacier Blanc, pateo de bajada al coche y a Chamonix, que todavia nos quedan días para hacer algo más.
Epílogo
(Parte final de un texto en la que se exponen conclusiones fundamentales).
de tu movimiento corporal, de tus sensaciones. Correr es una actividad de
esfuerzo, comenzar una carrera es hacer frente a una repentina oleada de
exigencias fisiológicas que asaltan tu corazón. Es un abordaje pirata en toda
regla en que solo vale el sálvese quien pueda, y a ese sálvese quien pueda se
llega aguantando más allá de lo que yo llamo la sensación inicial, que ¿qué es la
sensación inicial?, pues es como cuando te falta el aire bajo el agua: te
ahogas.
momento crucial se entra en otra fase, la fase de normalidad. Aquella en la que
todo el organismo comienza a sincronizarse: músculos, corazón, pulmones,
amplitud del paso de carrera, velocidad de carrera, frecuencia respiratoria…
Esta fase es cómoda. Ya hemos vivido esta situación antes y el cuerpo tiene
memoria del esfuerzo. Ahora ya podemos correr con relativa comodidad durante un
tiempo, el que estemos acostumbrados a entrenar.
estamos al, digamos, 90% del recorrido / intensidad de entrenamiento que
estemos acostumbrados a hacer. A esta la llamo la fase perfecta. Corres por
inercia, hay fatiga pero apenas la notas. En este momento se produce la
sincronización perfecta entre cuerpo y mente, todo lo que hay alrededor se
difumina. Escucho e interiorizo con más claridad los latidos de mi corazón y el
sonido de mi respiración que los ruidos de la calle a mi alrededor. Las sensaciones
son irreales, al correr ya no apoyas sobre el suelo, parece que flotas y no hay
nada más allá de ese momento, ni pasado ni futuro, solo el presente más
inmediato, el que acontece durante la carrera. Es el momento de perfección. No dura
mucho.
bien cómo definirlo pero Nirvana sería un término que se le aproxima.
todo su esplendor y queda muy poquita
gasolina. A veces queda más recorrido que fuerzas y a partir de ahí comienza la
fase de sufrimiento. La que yo llamo “por qué narices me he metido en este
embolao”.
es una certeza que ese esquivo momento consigo alcanzarlo con mayor frecuencia
en otra actividad: LA MONTAÑA. Cuando me planteo una actividad larga de
montaña, y estas de Alpes lo han sido, siempre aparece una fase más que en la
carrera, aparece al final. Es la fase del cansancio que se aproxima a lo
extremo, cuando ya duele todo, rodillas, dedos de los pies, etc. En ese momento la frasecita “por
qué narices me he metido en este embolao” cobra todo su sentido y para entonces
ya se ha convertido en un mantra que se repite una y mil veces.
de perfección”. Ahí está la respuesta a la gran pregunta: ¿Por qué corres? ¿Por
qué subes montañas? Yo no las subo porque están ahí, las subo porque busco perfección.
los pensamientos se dirigen a cuestiones irreales que tú mismo te respondes con
algo más irreal. Después de 8 horas de actividad y 2300 mts de desnivel
acumulado, después de que las nubes nos condicionaran a ir a los Ecrins, después
de haber estado alucinando todo el día anterior con la fábrica de nubes de la
Barra y después de estar todo el día entre nubes, bajando de la Roche Faurio
envuelto por la niebla en un entorno glaciar completamente blanco sin una sola
piedra a la vista que rompiera esa blanquitud alcancé el momento perfecto, quizá
duró 30 segundos quizá 5 minutos, quizá fue la eternidad, pero en ese momento
surgió la gran cuestión que tocaba esta vez:
blanco, huelen a «los problemas diarios ahora y en este momento no existen», a paz
interior, también huelen a estoy cansado pero satisfecho. Huelen a hago lo que
hago porque me gusta. Definitivamente, las nubes huelen a felicidad.
compartir contigo mis vivencias y sensaciones.
Impresionante. Debió ser un choque tener que cambiar de planes tantas veces, pero la vida lo exige también en numerosas ocasiones, sobrevive quien se adapta.
Transmites la plenitud y grandiosidad de esas cumbres.
Saludos
¡Vaya rutón! Me parece que está muy bien contado e ilustrado, hay fotos que son de las de enmarcar. Los Alpes son una de mis cuentas pendientes, aunque espero que no por mucho tiempo. Le he echado un vistazo al resto del blog, y tiene un nivel, tanto en fotografía como en rutas realizadas, altísimo. Un saludo y enhorabuena.
Precioso Fran!!….gracias por este regalo y sobre todo gracias por haber tenido la oportunidad de compartirlo contigo!! Un placer!!…y hasta la próxima, que espero sea muy pronto!!
Un beso grande
Hola Valle, haremos mas y mejores, seguro! Yo también espero que la próxima sea pronto.
Besotes
Precioso epílogo y preciosa la foto nocturna del Pelvoux. Sinceramente veo mucho más estético, alpino e interesante el pico que terminasteis haciendo que llegar al Dome. A veces (y a mi el primero) nos ciega la cifra y descuidamos otras montañas que por no tener la dichosa cota nos pasan totalmente desapercibidas.
Un saludo,
Muchas gracias Luis. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que a veces nos obsesionamos demasiado con sobrepasar cifras mágicas de altitud más que con ir a otras montañas «menores» pero más atractivas. No obstante he de reconocer que ya he cometido en mas de una ocasión ese «pecadillo» de ir más a por la cifra de altura que a por la montaña. Con el tiempo se va aprendiendo a descubrir lo que de verdad merece la pena.
Gracias por comentar y saludos.
Me ha gustado mucho el post y las fotos, pedazo de actividad! Pero sin duda lo que más me ha gustado ha sido el texto final. Me he sentido totalmente identificado con ese momento de «perfección». Lo he vivido en varias ocasiones (menos de las que me gustaría). Para mí la perfección máxima llega corriendo por montaña. Ahora mismo recuerdo especialmente una subida a la Serrella, corriendo hasta la extenuación, hasta que tuve que parar… Sin duda pocos momentos/situaciones pueden describir mejor lo que es estar vivo…
También tengo que decir que el título del post no me animaba demasiado a leerlo, me recordaba demasiado al anuncio de compresas, jeje. Suerte que vencí la pereza inicial… :P
Ja ja ja. Fer, las nubes no son una exclusiva de los anuncios de compresas, los demás tambien podemos utilizarlas ja ja. Espero que encuentres más momentos de perfección.
Gracias por comentar.
Por cierto, si no te cuesta mucho, quizás pondría las fotos al mismo ancho que el texto, aunque luego se puedan ver en grande pinchando…
Buena propuesta. Estoy estudiando una remodelación de la web, lo tendré en cuenta.
No sé que es mejor, si el rutón que os habéis marcado, o la fantástica redacción descrita (fotos incluidas)! Solo sé que me han dado ganas de apagar el ordenador, una vez empapado todo tu post claro está, e irme echando leches para casa, hacerme la mochila y tirar para los Alpes a comprobar por mi mismo el olor de las nubes!
En cualquier caso, enhorabuena por todo ello y gracias por compartirlo!
Gracias Alex. Si te han entrado ganas de marchar a las montañas de inmediato entonces ha merecido la pena dedicar tiempo a escribir este post y ha cumplido su función. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo