¿A qué huelen las nubes?

Alpes 2011
 

 

Primera parte

 
Del 18 al 26 de Julio de 2011
 

ECRINS, Dome de Neige, 4015 mts
 

Pincha en las fotos si quieres verlas más grandes
.
 

 

Verano, vacaciones, tiempo libre… Alpessssss.

 
El plan consiste en que la familia se queda en la playa y yo salgo a comprar tabaco avisándoles de que tardaré una semana…eh, ejem… estooo… perdon, queria decir que acudo a Chamonix a reunirme con unos amigos que ya están allí desde la semana anterior. La idea es hacer los cuatromiles de Saas Fee en Suiza, pero llegar a Cham y ver un inmenso mar de nubes que lo cubre todo resulta ser lo mismo. Consultamos la meteo suiza y allí está peor, nevadas a 2600 mts toda la semana, asi que sobre la marcha cambiamos de planes y decidimos ir a los Alpes del sur, a los Ecrins. Es el único lugar donde parece que la meteo nos dará una oportunidad en los próximos días.  
 
Para llegar al valle que da acceso a los Ecrins pasamos en coche por puertos míticos del Tour de Francia: el Galibier, Telegraph y ¡¡ nevando buena parte de la subida !!
 
El tour pasa por allí en 2 días y está nevando en pleno Julio. «Si persiste el mal tiempo la etapa puede ser histórica» pensamos. Después de alucinar un poco con la situación y pensando tambien en la que estará cayendo a 4000 metros de altitud si nieva de esa manera a 2000 continuamos viaje hasta el parking del refugio de Cézanne (1874 mts), cerca de Ailefroide y su paraiso de la escalada en roca.
 
A media tarde, en el parking, cae una fina y persistente lluvia mientras nos colocamos a toda prisa las mochilas y los goretex para subir al refugio del Glacier Blanc, a 2550 mts de altitud. Un empinado sendero nos lleva hasta el refugio en poco más de una hora y media al tiempo que la lluvia da paso a la nevada.
 
Ya en el refugio, atestado de gente, nos cambiamos rápidamente a ropa seca y hacemos vida refugiera hasta la cena a las 20 horas, charlar, charlar y charlar. Tras la cena a la cama porque a las 3 AM se toca diana, se desayuna y comienza la jornada alpina.  
 
3 AM. De dormir poco, casi nunca consigo dormir bien en un refugio, y eso que estos de los Alpes parecen hoteles. El desayuno es copioso, me visto muy rápido y salgo al exterior, nieva débilmente y las primeras cordadas están a punto de salir. He pedido a mis compañeros que retrasemos la salida 10 minutos para intentar hacer un par de fotos. Ahí van:  
 
Una cordada en la puerta del refugio, preparándose para salir. El Monte Pelvoux al fondo. 
 
 

 

El Pelvoux, una mole de 3943 mts de altitud, envuelta en un paisaje fantasmagórico de mar de nubes por abajo y nubes en fuga por arriba. La foto la hice con un trípode muy ligerito que llevaba encima y una exposición larga, aunque no os lo creais son las 3 y pico de la madrugada.

 

 
 
 

 

Tras las fotos comenzamos la jornada ascendiendo hacia el refugio de los Ecrins, a 3175 mts, por un sendero que solo intuimos por los hitos y la huella abierta por los que nos preceden.

 

 

 

Continúa nevando mientras nos aproximamos al Glaciar Blanco. En él se localiza el refugio de Ecrins y las 2 cumbres más importantes de la zona: el Dome de Neige (4015 mts) y la Barre de Ecrins (4101 mts).

 

 

 
 

 

Llegamos al glaciar al alba y toca encordarse.

 

 
  Encordados, listos, Ya. Comenzamos la travesia glaciar. 
 
 

 

Las primeras luces dejan ver el terreno en el que nos estamos moviendo, picos nevados y grietas.

 

 
 
 
 
 

 

Estamos cerca del refugio y como todavia es temprano decidimos aprovechar el día remontando la ladera glaciar para coronar alguna de las cumbres que la dominan.

 

 

 

Ganamos altura aproximándonos al collado que nos dará acceso a la cumbre que queremos alcanzar. La huella que abrimos es cada vez más profunda.

 

 

 

Ganar altura conlleva mejores vistas aunque llega un momento en que la cantidad de nieve acumulada y la inclinación de la pendiente nos da muy mal rollito por aquello de los aludes asi que decidimos no complicarnos la vida y bajarnos hacia el refugio de Ecrins.

 

Ya tenemos el refugio a la vista. La montaña del fondo que escupe nubes es la Barra de Ecrins, el pico más importante de la zona. 
En el refugio descansamos un rato pero como el día aún es largo y hay que aprovecharlo nos bajamos al glaciar para aproximarnos un poco a la Barra y el Dome y ver como es el camino que nos espera la próxima madrugada. Hace frío y la lente del objetivo de la cámara se empaña rápidamente, por eso algunas fotos como esta salen muy apagadas.

 

Ya en el glaciar caminamos un rato en dirección a la Barra. Es impresionante, parece una fábrica que escupe nubes sin cesar. Nos explican que este fenómeno tan curioso es debido al viento Foehn.

 

La Barra es la montaña que fabrica nubes y la cúpula de la derecha es el Dome de Neige. Mañana intentaremos ascender a la Barra.
 
Grietas, seracs… En definitiva, ambiente alpino. 
Aprovechamos para hacer practicas de rescate en grietas. 
 
 

 

Y para disfrutar del paisaje, que a eso hemos venido.

 

El entorno es precioso.
 

 

De vuelta al refugio subimos al dormitorio a descansar un rato. Una habitación con vistas…

 

 

Se acerca el atardecer, la fabrica de nubes ha parado y las luces cambian, tiempo para la fotografia de postal. Las vistas desde el refugio son guapas guapas.

 

 
 

 

19 PM. Hora de cenar. Después habrá un rato de charla para planear la actividad de mañana y a la cama. El guarda del refugio, en francés por supuesto, nos avisa a todos de que las condiciones para mañana son un poco malas. Subir a la Barra totalmente descartado porque hay mucho peligro, no me entero muy bien si es por aludes o por viento. Lo que queda claro es que A LA BARRA NI DE COÑA. Solo recomienda la opción de intentar el Dome. Asi que mañana todo el refugio en pleno tiramos para el Dome. 

 

 

3 AM. A desayunar y al tema. Esta vez no hay tiempo para fotos, tenemos una ventanita de buen tiempo sin viento y no sabemos cuanto durará. Remontamos el glaciar y con esta oscuridad lo mejor que se puede fotografiar es ésto:

 

 
Está amaneciendo y la luz ya permite fotos. Cuando llega ese momento ya llevamos una caminata larga, hemos cruzado el glaciar y hemos ascendido un buen cacho de Dome. Un costarrón de cojones, menos mal que nos preceden muchos y la huella está bien abierta, sino… no sé si llego arriba. 
El costarrón de cojones…
 

 

Los que vienen por detrás…

 

…Y nosotros…
 

 

Las nubes comienzan a cubrirlo todo, parece que la fábrica de nubes comienza el turno de trabajo.

 

 
 

 

Buenas noticias: estamos cerca del collado, nos quedan 200 mts de desnivel más o menos y la cuesta comienza a suavizarse. Las malas noticias: las cordadas que van justo delante nuestro comienzan a darse la vuelta. «¿qué pasa?» pregunto a un guia italiano que baja. «Molto pericoloso» «posible alud, placa» «Molto pericoloso». Jooooderrrr, si estamos casi. Más gente que baja nos dice que un poco más arriba están abriendo huella con nieve por la cintura y que así y con el peligro de alud no vale la pena seguir. Así que… a ver si lo adivinais… pues eso, to tiesos pabajo.

 

 

 

 

Y a disfrutar de las vistas que nos hemos perdido durante la ascensión nocturna.

 

 
Bajamos el costarrón de los cojones bastante más cómodos de lo que lo hemos subido je je. 
Y aunque con paraetas, todo el mundo baja, claro. 
 
 
Llegamos a pie de glaciar y parece que tenemos nubes por abajo… 
…y despeja por arriba, aunque será por poco tiempo. 
Estamos un poco fustrados porque nos está saliendo todo al revés, ni plan inicial de Alpes en Suiza ni plan alternativo de Alpes en Ecrins. Llevamos un pateo importante pero quedan horas de luz de sobra y tras debatir un rato decidimos subir a una cumbre cercana para llevarnos al menos una cima a casa. Ale, a subir otra pendientita para ir al pico que queda enfrente del Dome y la Barra. Nos vamos a la Roche Faurio, que «solo» son 700 mts más desnivel. Como estoy un poco fustrado por la no cumbre voy ensimismado en mis pensamientos mientras subo a la Faurio y cuando decido que ya estoy con ánimo de fotos pues ya casi estamos en la cumbre.
 

 

Roche Faurio, 3730 mts. Una ladera glaciar con grietas y final mixto de cresta de roca.

 

 
 

 

Acaba el glaciar. Para que os situeis, enfrente, tapadas por las nubes está la Barra y el Dome.

 

Comienza la roca.
 
Yo no ando muy suelto en estas cuestiones y soltar las manitas para hacer fotos con este patiodecojones quenoseveenlafotopues… como que no mola, pero como me puede la avaricia… je je. 

 

Avaricia…

 

 

 

Más avaricia…

 

 

 

Más y más avaricia… La cumbre está donde mi compa de verde. Como el único que sacó la cámara fuí yo pues esto es lo que hay. No foto de cumbre en la cumbre je je.

 

Un ratito disfrutando de la estrechísima cumbre en la que no cabiamos los 5 y ala, pabajo. 
Vista de la cresta en su inicio. Desde aqui ya pisas nieve y se desciende hasta el glaciar. 
 

 

Ya en el glaciar decidimos atravesarlo y descender al refugio del primer dia y desde ahí seguir al coche para volver a Chamonix, a ver si allí la meteo nos da otra oportunidad porque aquí ya no hay más que hacer. Un laaargo descenso (ya no sé ni las horas que llevamos pateando) de cienes y cienes de metros de desnivel con una paradita para comer y otra paradita para una cocacola en el refugio del Glacier Blanc. De propina nos llevamos en la memoria el trueno ensordecedor de lo que deducimos es un serac que se ha ido a tomar por… afortunadamente bien lejos de nosotros. Lo cual nos recuerda a todos que a estos sitios viene uno a disfrutar, a pasarlo bien, liberar estrés… etecé etecé, pero que esto no es la feria.

 

 

 

 

El Glacier Blanc. Ahora vemos de día lo que cruzamos el día anterior de noche.

 

 
 
 
 
 
 

 

Se acabó el glaciar. El sendero nevado de anteanoche ya no está nevado. Curioso como cambia el paisaje en unas horas. Enfrente, parcialmente cubierto por las nubes, el Pelvoux de la foto nocturna del principio del post.

 

 
 

 

Foto de grupo en el refugio de Glacier Blanc, pateo de bajada al coche y a Chamonix, que todavia nos quedan días para hacer algo más.

 

 

 

Epílogo

 

 

 

(Parte final de un texto en la que se exponen conclusiones fundamentales).

 
¿A qué huelen las nubes?

 

Me gusta correr, solo tienes que estar pendiente de ti,
de tu movimiento corporal, de tus sensaciones. Correr es una actividad de
esfuerzo, comenzar una carrera es hacer frente a una repentina oleada de
exigencias fisiológicas que asaltan tu corazón. Es un abordaje pirata en toda
regla en que solo vale el sálvese quien pueda, y a ese sálvese quien pueda se
llega aguantando más allá de lo que yo llamo la sensación inicial, que ¿qué es la
sensación inicial?, pues es como cuando te falta el aire bajo el agua: te
ahogas.
 
Si no superas esa sensación inicial la carrera se acaba. Pasado ese
momento crucial se entra en otra fase, la fase de normalidad. Aquella en la que
todo el organismo comienza a sincronizarse: músculos, corazón, pulmones,
amplitud del paso de carrera, velocidad de carrera, frecuencia respiratoria…
Esta fase es cómoda. Ya hemos vivido esta situación antes y el cuerpo tiene
memoria del esfuerzo. Ahora ya podemos correr con relativa comodidad durante un
tiempo, el que estemos acostumbrados a entrenar.
 
La siguiente fase no siempre aparece pero si se produce es cuando
estamos al, digamos, 90% del recorrido / intensidad de entrenamiento que
estemos acostumbrados a hacer. A esta la llamo la fase perfecta. Corres por
inercia, hay fatiga pero apenas la notas. En este momento se produce la
sincronización perfecta entre cuerpo y mente, todo lo que hay alrededor se
difumina. Escucho e interiorizo con más claridad los latidos de mi corazón y el
sonido de mi respiración que los ruidos de la calle a mi alrededor. Las sensaciones
son irreales, al correr ya no apoyas sobre el suelo, parece que flotas y no hay
nada más allá de ese momento, ni pasado ni futuro, solo el presente más
inmediato, el que acontece durante la carrera. Es el momento de perfección. No dura
mucho.
 
Bien, pues para mí este momento es la esencia de la carrera, no sé muy
bien cómo definirlo pero Nirvana sería un término que se le aproxima.
 
La última fase de la carrera es aquella en la que aparece la fatiga en
todo su esplendor y  queda muy poquita
gasolina. A veces queda más recorrido que fuerzas y a partir de ahí comienza la
fase de sufrimiento. La que yo llamo “por qué narices me he metido en este
embolao”.
 
Es una certeza que no siempre alcanzo el momento de perfección. También
es una certeza que ese esquivo momento consigo alcanzarlo con mayor frecuencia
en otra actividad: LA MONTAÑA. Cuando me planteo una actividad larga de
montaña, y estas de Alpes lo han sido, siempre aparece una fase más que en la
carrera, aparece al final. Es la fase del cansancio que se aproxima a lo
extremo, cuando ya duele todo, rodillas, dedos de  los pies, etc. En ese momento la frasecita “por
qué narices me he metido en este embolao” cobra todo su sentido y para entonces
ya se ha convertido en un mantra que se repite una y mil veces.
 
Pero la gran respuesta a la pregunta mantra es “porque he alcanzado mi momento
de perfección”. Ahí está la respuesta a la gran pregunta: ¿Por qué corres? ¿Por
qué subes montañas? Yo no las subo porque están ahí, las subo porque busco perfección.
 
A veces, en el momento perfecto, ya no se piensa en nada de lo cotidiano,
los pensamientos se dirigen a cuestiones irreales que tú mismo te respondes con
algo más irreal. Después de 8 horas de actividad y 2300 mts de desnivel
acumulado, después de que las nubes nos condicionaran a ir a los Ecrins, después
de haber estado alucinando todo el día anterior con la fábrica de nubes de la
Barra y después de estar todo el día entre nubes, bajando de la Roche Faurio
envuelto por la niebla en un entorno glaciar completamente blanco sin una sola
piedra a la vista que rompiera esa blanquitud alcancé el momento perfecto, quizá
duró 30 segundos quizá 5 minutos, quizá fue la eternidad, pero en ese momento
surgió la gran cuestión que tocaba esta vez:
 
¿A qué huelen las nubes?
 
¿Quieres saber la respuesta?
 
Pues las nubes huelen a cielo y a pureza, a luz y a luminosidad, y huelen a
blanco, huelen a «los problemas diarios ahora y en este momento no existen», a paz
interior, también huelen a estoy cansado pero satisfecho. Huelen a hago lo que
hago porque me gusta. 
Definitivamente, las nubes huelen a felicidad.
 
Si has llegado a leer hasta aquí gracias por dejarme
compartir contigo mis vivencias y sensaciones.
 
 
 
 

Hay 12 comentarios

  1. Alba

    Impresionante. Debió ser un choque tener que cambiar de planes tantas veces, pero la vida lo exige también en numerosas ocasiones, sobrevive quien se adapta.

    Transmites la plenitud y grandiosidad de esas cumbres.

    Saludos

  2. Federico de Haro

    ¡Vaya rutón! Me parece que está muy bien contado e ilustrado, hay fotos que son de las de enmarcar. Los Alpes son una de mis cuentas pendientes, aunque espero que no por mucho tiempo. Le he echado un vistazo al resto del blog, y tiene un nivel, tanto en fotografía como en rutas realizadas, altísimo. Un saludo y enhorabuena.

  3. Valle

    Precioso Fran!!….gracias por este regalo y sobre todo gracias por haber tenido la oportunidad de compartirlo contigo!! Un placer!!…y hasta la próxima, que espero sea muy pronto!!

    Un beso grande

  4. Luis

    Precioso epílogo y preciosa la foto nocturna del Pelvoux. Sinceramente veo mucho más estético, alpino e interesante el pico que terminasteis haciendo que llegar al Dome. A veces (y a mi el primero) nos ciega la cifra y descuidamos otras montañas que por no tener la dichosa cota nos pasan totalmente desapercibidas.

    Un saludo,

    • Fran Moreno

      Muchas gracias Luis. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que a veces nos obsesionamos demasiado con sobrepasar cifras mágicas de altitud más que con ir a otras montañas «menores» pero más atractivas. No obstante he de reconocer que ya he cometido en mas de una ocasión ese «pecadillo» de ir más a por la cifra de altura que a por la montaña. Con el tiempo se va aprendiendo a descubrir lo que de verdad merece la pena.

      Gracias por comentar y saludos.

  5. fer

    Me ha gustado mucho el post y las fotos, pedazo de actividad! Pero sin duda lo que más me ha gustado ha sido el texto final. Me he sentido totalmente identificado con ese momento de «perfección». Lo he vivido en varias ocasiones (menos de las que me gustaría). Para mí la perfección máxima llega corriendo por montaña. Ahora mismo recuerdo especialmente una subida a la Serrella, corriendo hasta la extenuación, hasta que tuve que parar… Sin duda pocos momentos/situaciones pueden describir mejor lo que es estar vivo…

    También tengo que decir que el título del post no me animaba demasiado a leerlo, me recordaba demasiado al anuncio de compresas, jeje. Suerte que vencí la pereza inicial… :P

    • Fran Moreno

      Ja ja ja. Fer, las nubes no son una exclusiva de los anuncios de compresas, los demás tambien podemos utilizarlas ja ja. Espero que encuentres más momentos de perfección.
      Gracias por comentar.

  6. fer

    Por cierto, si no te cuesta mucho, quizás pondría las fotos al mismo ancho que el texto, aunque luego se puedan ver en grande pinchando…

  7. Álex Navarro

    No sé que es mejor, si el rutón que os habéis marcado, o la fantástica redacción descrita (fotos incluidas)! Solo sé que me han dado ganas de apagar el ordenador, una vez empapado todo tu post claro está, e irme echando leches para casa, hacerme la mochila y tirar para los Alpes a comprobar por mi mismo el olor de las nubes!

    En cualquier caso, enhorabuena por todo ello y gracias por compartirlo!

    • Fran Moreno

      Gracias Alex. Si te han entrado ganas de marchar a las montañas de inmediato entonces ha merecido la pena dedicar tiempo a escribir este post y ha cumplido su función. Me alegra que te haya gustado.

      Un abrazo


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